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¿Cómo beneficia la ética a las empresas?

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Es tarea difícil encontrar una definición objetiva y universal de la ética. Es más, podría decirse que cada uno entiende la ética de maneras muy diferentes, desde lo estrictamente legal a lo puramente social. 

A esto hay que añadirle el juicio ético, el cual divide el mundo en bien y mal, pero en muy diversos grados; no es lo mismo hacer el bien, que no hacer el mal; hacer el menor mal posible o hacer el mayor bien posible. 

Sin embargo, aquí se nos presenta una problemática más compleja que afirmar que la ética es una cuestión relativa: más bien, las personas, al igual que las organizaciones y empresas, en calidad de su libre albedrío, pueden estar más o menos comprometidas con la ética y con hacer el bien. 

Lo que sí está claro es que la ética forma parte de cualquier actividad humana, incluyendo la actividad empresarial. Pero, ¿qué sentido tiene la ética en las empresas?

 

La responsabilidad social y la ética

En primer lugar es importante distinguir entre la responsabilidad social y la ética. Así como la primera puede llegar a garantizar que la actividad de una empresa esté alineada con la demanda social, las expectativas de la sociedad no son siempre éticas. 

Es más, muchas empresas cuentan con políticas de responsabilidad social exigentes, y sin embargo, las prácticas en la que basan su actividad empresarial pueden no ser éticas

De esta manera podemos entender que no son las políticas de responsabilidad social las que impulsan un marco ético empresarial; más bien es la ética la que cualifica a dichas políticas, siendo el objetivo principal de la empresa ser éticamente responsable y, además, socialmente consecuente. 

 

La ética como base de la sostenibilidad

Incluso podemos entender la ética como la raíz de la sostenibilidad y de la responsabilidad de las empresas. La ética, al fin y al cabo, se refiere al carácter de la organización y de las personas que la conforman. Es decir, se trata de hábitos y acciones diarias basadas en una convicción de que hacer lo correcto es lo pertinente. 

Una empresa se compone de un grupo de personas que a través de la cooperación procuran satisfacer una necesidad, generando un proyecto sostenible a largo plazo. Es precisamente en esta cooperación donde debe sustentarse el código ético, en la colaboración de todos los individuos que componen una organización. 

En definitiva, la ética debe ser algo transversal a la empresa, de tal manera que las políticas de sostenibilidad y responsabilidad puedan aplicarse de la misma forma. 

 

Ética, confianza y credibilidad

Y es que el debate actual está cambiando. Ya no cabe duda de que una empresa necesita ser ética para posicionarse en el mercado y la sociedad. Aunque el beneficio económico sigue siendo el medio imprescindible para que una empresa perdure, no es la única razón de ser de esta.

La complejidad de todo ello se basa en que muchas veces pasamos por alto aquellos factores intangibles que sostienen las empresas y que tienen su origen en la ética. Es el caso de la confianza. Dentro del rango variable de confianza que puede generar una empresa, lo esencial para que una organización sobreviva es que la genere. 

La confianza y legitimidad social son lo que consiguen generar credibilidad y mejorar la reputación corporativa. Todos estos intangibles son pilares tan indispensables como el beneficio económico para que una empresa perdure en el medio y largo plazo.

 

El peso de los intangibles

Como hemos mencionado con anterioridad, no podemos obviar los intangibles que sostienen a las empresas y a su actividad económica y social, y que a su vez se sustentan en la ética empresarial. 

El progreso económico y financiero de una empresa, así como su posicionamiento en el mercado, está directamente ligado a la evolución de estos intangibles. Esto quiere decir que las expectativas sociales tienen en cuenta el valor añadido que la ética aporta al producto o servicio en cuestión. 

Incluso la competitividad de la organización está estrictamente vinculada al progreso de los intangibles, siendo los factores menos objetivos los más importantes para perdurar en el largo plazo:

En definitiva, la ética empresarial no es una moda o un capricho, sino la base necesaria e indivisible de las políticas de responsabilidad social. 

La única manera de hacerla valer es entendiendo que no se trata tan sólo de un documento físico y público que poner en disposición de los grupos de interés. 

Se trata de impulsar acciones, infundir valores y fomentar hábitos transversalmente dentro de la empresa de tal forma que todas las personas que conforman la organización sean el motor de confianza, credibilidad y buenas prácticas que una empresa requiere para subsistir

En DoGood trabajamos para conseguir el mejor resultado de esta cooperación transversal de las empresas, ayudando a construir una cultura de responsabilidad ética y social que pueda además medirse de forma tangible. 

Conseguimos así una trazabilidad de un mejor impacto ESG, creamos valor reputacional basado en la sostenibilidad corporativa y fomentamos el compromiso de las personas alrededor de unos valores conjuntos. 

Si te interesa saber más sobre cómo hacemos esto posible de una forma social y de impacto, haz clic aquí