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Igualdad de género en el trabajo (tras la pandemia)

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Que la pandemia nos ha llevado a la deriva en muchos aspectos de nuestra vida no es nada nuevo, desde la disrupción social, hasta el receso económico y la polarización política a nivel nacional e internacional. Y conforme comenzamos a atisbar la tierra y volver a la vida tal como la conocíamos, las consecuencias de tal abrupta alteración empiezan a revelarse.

Como cualquier otro problema, hay quienes tienen que soportar una mayor o más severa parte de las consecuencias. Y aunque la pandemia no ha dejado a nadie indiferente, podemos señalar algunos colectivos sociales cuyas vidas se han visto particularmente afectadas por todos estos cambios repentinos que hemos tenido que aceptar en tan poco tiempo. Entre ellos se encuentran las mujeres, quienes comenzaban a ver el progreso de los esfuerzos hacia la igualdad, y que ahora parece haberse estancado.

Esta realidad está claramente reflejada en los últimos datos publicados por las Naciones Unidas en lo que respecta al progreso de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, particularmente el ODS 5 y las metas y fracasos relativos a la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer a nivel global. De todos los problemas a los que las mujeres se enfrenta, hoy queremos enfocarnos en aquellos relativos a su papel en el trabajo y como la crisis sanitaria ha afectado y exacerbado la desigualdad de género en este entorno.

 

Consecuencias desproporcionales

 

Al contrario que recesiones o crisis anteriores, las consecuencias económicas que la pandemia ha tenido en nuestros mercados globales han afectado a las mujeres de forma más severa que a los hombres. Los últimos estudios demuestran que de los muchos empleos perdidos en los primeros meses del confinamiento, las mujeres fueron las mas afectadas (Cooper & Foley, 2021), y mientras cerraban colegios y centros de cuidados, también se convirtieron en las personas más propensas a asumir la carga de los trabajos domésticos no remunerados.

Además, la crisis sanitaria ha expuesto el hecho de que la fuerza de trabajo, a nivel global, está significativamente segregado; las mujeres constituyen una gran mayoría de los trabajos sanitarios, de cuidados de la infancia, de la venta al por menor y de otros servicios esenciales, por lo que han estado más expuestas a los riesgos de la pandemia. Tal exposición ha traído consigo una importante pregunta, sobre como parece que hemos infravalorado las industrias y ocupaciones con mayor presencia femenina, siendo los sueldos de muchos trabajadores sanitarios y de cuidados poco adecuados para lo esencial que es su trabajo.

 

»Roles de género» persistentes

 

Tradicionalmente, muchas mujeres han sido afectadas por la precariedad de intentar encontrar un equilibrio entre un trabajo remunerado y el trabajo reproductivo no remunerado, empujándolas a decantarse por trabajos peor pagados, más flexibles y precarios. Como consecuencia, la habilidad de muchas mujeres de escalar profesionalmente a la par que sus compañeros varones se ha visto significativamente afectada.

Incluso con legislación y comportamientos sociales que pretenden impulsar la balanza hacia la paridad de género, las mujeres en hogares heterosexuales hacían el doble del trabajo doméstico no remunerado que los hombres en el año anterior a la pandemia. Desafortunadamente, como hemos mencionado anteriormente, la intensificación de las tareas domésticas han tenido un mayor impacto en la vida de las mujeres durante y después de la crisis del COVID-19. De hecho, las últimas investigaciones sugieren que la brecha de género en lo que respecta al trabajo reproductivo no remunerado ha crecido en los últimos dos años, aunque algunas de las consecuencias se han moderado con el comienzo de este nuevo año con la aparente vuelta a la normalidad.

Estudios de EEUU, Australia y Reino Unido (Cooper & Foley, 2021) muestran un patrón similar de las consecuencias de la pandemia en los roles de género tradicionales. Por un lado, expone las repercusiones de la crisis en las mujeres trabajadoras, ya que el hecho de que no hubiera servicios de cuidados de niños supuso un riesgo mayor para la pérdida de trabajo de la mujer a la de su pareja. Por otro lado, mientras muchos padres reportaban haber participado en mayor medida en las responsabilidades del hogar, el número se mantuvo por debajo de lo relevante, por lo que el trabajo flexible (o el teletrabajo) no ha sido suficiente para romper o interrumpir los pilares tan asentados de los roles de género en la división del trabajo no remunerado.

 

Construyendo una flexibilidad eficiente

 

La pandemia ha revelado las diferencias entre la contribución de hombres y mujeres en los trabajos domésticos no remunerados, y las injustas consecuencias que las mujeres sufren en su participación en el mercado laboral. Gobiernos empresas, instituciones y organizaciones sociales y económicas en general, deberían luchar por construir una flexibilidad de beneficio mutuo, esto es, permitir a todos los empleados a encontrar el equilibrio entre la familia y el trabajo, mientras ayudan a empleadores a conseguir sus objetivos y requisitos operacionales.

Incluso con los avances legislativos en la materia, los roles de género tradicionales aún están muy presentes en las vidas diarias de mucha gente, pero son precisamente los esfuerzos legales la herramienta más eficaz para cambiar esta tendencia obsoleta hacia la igualdad y paridad de género. Sin embargo, los esfuerzos legales y corporativos no deberían entenderse como una medida valida para todos, ya que los roles de género están fuertemente ligados a otro tipo de desigualdades, particularmente de clase o estatus socio-económico.

En resumen, se necesitan más esfuerzos para continuar con la tendencia de progreso paulatino hacia la igualdad que veíamos antes de la pandemia, así como ayudar a mitigar las consecuencias que los dos últimos años han tenido en la vida de las mujeres. Implementar medidas legislativas fuertes, procesos y procedimientos y estrategias que permitan a empleados encontrar e equilibrio necesario para desarrollarse profesional y personalmente sin encontrar obstáculos basados en el genero u otras externalidades que son en realidad elementos de diversidad beneficiosos para el lugar de trabajo y la sociedad.

 

Transparencia, engagement e igualdad

 

La transparencia es fundamental para cualquier política o práctica en relación a la diversidad o igualdad. La información transparente y los canales de comunicación abierta son clave para poder obtener una visión general de todos los problemas que puedan surgir entre los grupos de interés externos e internos, entenderlos en profundidad para realizar la evaluación pertinente y desarrollar un plan de acción adecuado para evitar daños mayores. La transparencia es la base de la involucración transversal de la organización.

En DoGood creemos que no podemos gestionar aquello que no medimos. Por eso trabajamos a conciencia para conseguir transparencia y trazabilidad de la información divulgada, ayudando a empresas a conseguir una mejora continua así como una relación más fuerte con sus grupos de interés para conseguir un mayor impacto positivo en la sociedad y el planeta, de tal manera que ayudemos a restaurar la confianza perdida.

En este sentido, es esencial para nuestro trabajo promover el buen gobierno corporativoesto es, seguir con rigor todos los procesos de divulgación y transparencia para proveer a reguladores, accionistas y al público en general de la información más precisa acerca de los aspectos financieros, operacionales y de otros aspectos de la compañía, incluyendo una definición más exacta del rendimiento ESG.

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