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Entendiendo la neutralidad de carbono

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Hace ya unos años que el término neutralidad de carbono se introdujo en nuestra sociedad crecientemente concienciada con el cambio climático. Desde entonces, cada vez más empresas dicen comprometerse con conseguir ser neutrales en carbono, cero emisiones o incluso positivas para el clima eliminando todas las emisiones de carbono.

Sin embargo, estas reivindicaciones de neutralidad de carbono vienen de cada lado del espectro, desde empresas energéticas que participan activamente en el camino hacia la sostenibilidad con su innovación, hasta empresas petroleras o gigantes de la industria de la moda que han sido protagonistas de diversas controversias sociales y medioambientales en el pasado.

Es por ello que hemos decidido adentrarnos en analizar y poder así entender qué es realmente la neutralidad de carbono y qué conlleva en términos de sostenibilidad y la lucha contra el cambio climático.

 

¿Qué es la neutralidad de carbono?

La neutralidad de carbono se refiere al equilibrio entre emitir carbono y absorberlo de la atmósfera con lo que se conoce como sumideros de carbono. Estos últimos describen cualquier sistema que es capaz de absorber más carbono del que emite, principalmente bosques, suelos y océanos.

En resumen, ser neutro en carbono significa que cualquier cantidad de CO2 emitida a la atmósfera se compensa con una cantidad equivalente eliminada de alguna manera. En un esfuerzo por ser más sostenibles, muchas entidades deciden equilibrar sus emisiones mediante la compensación o la compra de créditos de carbono:

  • La compensación de carbono describe el proceso por el cual una actividad reduce, elimina o previene las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera. Las empresas pueden elegir tomar parte en proyectos de compensación como la reforestación o las energías renovables para compensar sus propias emisiones y conseguir lo que se conoce como neutralidad de carbono.
  • Los créditos de carbono pueden entenderse como una manera de compensación mediante la compra de una especie de permiso de emisiones; pueden adquirirse directamente a aquellos que capturan el carbono o mediante un intermediario. Suelen estar relacionados con la silvicultura y la agricultura.

 

¿Es la neutralidad de carbono la solución?

La Comisión Europea estima que los sumideros naturales de carbono pueden llegar a eliminar entre 9.5 y 11 Gt de CO2 al año, pero las emisiones anuales globales de carbono han superado las 33.0Gt en 2021. Además, a día de hoy, no existen sumideros de carbono artificiales capaces de remover carbono de la atmósfera a la velocidad y escala necesaria para luchar contra el calentamiento global.

Es más, todo el carbono acumulado en sumideros naturales, como los bosques, son devueltos a la atmósfera mediante incendios forestales, cambios en la tierra o la explotación forestal. En España, por ejemplo, los incendios forestales queman al año más de 100,000 hectáreas, casi el doble que hace 40 años.

En este sentido, aunque es crucial mantener un equilibrio entre las emisiones de gases de efecto invernadero y la absorción de los mismos, es esencial impulsar iniciativas, innovación y acciones concretas hacía la reducción de emisiones para alcanzar una neutralidad climática real.

Por otro lado, el CO2 es considerado un contaminante de larga vida, es decir, se mantiene en la atmósfera durante siglos. Incluso consiguiendo alcanzar una economía neutral en carbono, aún tendríamos que hacer frente a las consecuencias de la contaminación. Es más que probable que los esfuerzos tengan que dirigirse, no sólo a la reducción de emisiones, sino al desarrollo de soluciones de eliminación de carbono.

 

El problema con las reivindicaciones de carbono neutro

Hay varios problemas que surgen de las reivindicaciones de la neutralidad de carbono o las emisiones cero. Es un tanto complejo reivindicar la neutralidad de las emisiones de forma precisa, y aún más conseguir medir la neutralidad.

  • En primer lugar, las soluciones de compensación pueden darse de muchas maneras diferentes que dificultan encontrar la precisión necesaria, como por ejemplo la plantación de árboles; es importante plantar árboles, y debemos seguir practicándolo, sin embargo, la aforestación conlleva muchos años,a veces décadas, para llegar a su máximo potencial, además de abarcar extensos terrenos.

Así, una de las prácticas más extendidas para la compensación de emisiones se convierte en una técnica cuestionable en su eficiencia, ya que un árbol plantado este año no empezará a dar resultados de compensación hasta años más tarde, haciendo de las reivindicaciones de neutralidad algo vago e impreciso.

  • De forma similar, también se atisban problemas con los créditos de carbono y su promesa de reducir emisiones mediante la compra de los mismos. Como hemos mencionado anteriormente, los créditos de carbono funcionan como permisos para emitir gases de efecto invernadero mediante la prevención de futuras emisiones. La paradoja está en el hecho de que el mercado de compensaciones sólo se ve favorecido por reivindicaciones de emisiones cero o neutrales.

Y de esta manera el debate no acaba de concluir, ¿quién debería llevarse el mérito de reducir emisiones, la entidad que paga por el crédito de compensación, o el proyecto que está evitando estas emisiones en sí?

 

Un cambio de perspectiva

Aunque las reivindicaciones de compensación son problemáticas y complejas, no dejan de ser importantes de cara a la sostenibilidad del futuro. El cambio climático es innegable e inevitable y cada vez es más urgente tomar medidas para luchar contra este.

Es por ello que las técnicas de compensación deberían cambiar. A día de hoy la neutralidad de carbono tiende a centrarse en las potenciales y eventuales cantidades de gases de efecto invernadero que se eliminarán, en cambio, el foco debería ponerse en hablar del tipo de medidas que se están tomando.

Las empresas, y otras entidades involucradas en reducir emisiones de carbono, tan solo necesitan redirigir sus esfuerzos hacia instrumentos o tecnologías que traten las compensaciones de carbono de una manera más precisa, exacta y eficiente,en vez de centrarse en compensaciones a gran escala que por su naturaleza longeva y ambigua acaban por producir un efecto contraproducente.

Creemos que las pequeñas acciones pueden ayudar a desarrollar políticas y actividades poco contaminantes para la consecución de objetivos empresariales que ayuden a impulsar la lucha contra el cambio climático y el calentamiento global.

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